martes, 14 de abril de 2020

BAUDELAIRE Y LA POESIA SIMBOLISTA




                           POESÍA VANGUARDISTA DEL SIGLO XIX

                               Edipo y la Esfinge, Gustave moreau, 1864


                          EL SIMBOLISMO

Los precursores literarios de esta corriente fueron el poeta estadounidense Edgar Allan Poe, que influyó sobre Charles Baudelaire, y los franceses Arthur Rimbaud y Paul Verlaine, llamados también "poetas malditos". El más representativo fue Stéphane Mallarmé, quien creó un lenguaje hermético, cercano al antiguo culteranismo español (Verlaine leyó y admiraba a Luis de Góngora) y cercano a la sintaxis del inglés. Jules Laforgue, el primer introductor del verso libre; Maurice Maeterlinck, que creó el teatro simbolista; Jean Moréas, Paul Valéry, que pasó del Simbolismo a una intelectualizada poesía pura. En otros países el Simbolismo tuvo también extensión: en Rusia, por ejemplo, fue divulgado por Alexandr Blok y Fiódor Sologub, en Suecia, el dramaturgo August Strindberg recurrió a algunos de sus postulados, y en el mundo hispanoamericano y español se difundió a través del Modernismo.
El simbolismo literario ejerció una fuerte influencia en el movimiento literario hispanoamericano del Modernismo, que será próximamente, tema de otra entrada en este blog.

SIMBOLISMO EN PINTURA: 

Charles Baudelaire, Poeta maldito, 

Charles Pierre Baudelaire (París, Francia, 9 de abril de 1821 – ibídem, 31 de agosto de 1867). Mejor conocido simplemente como Baudelaire, fue un Poeta, Escritor, Traductor, Dramaturgo y Crítico de Arte de origen francés, considerado por el mundo de la letras como uno de los “poetas malditos”, así como una de las figuras del Romanticismo que más influencia tuvo en el simbolismo francés
De su principal obra Las flores del mal, reproducimos el poema A una Madona

Yo quiero erigir para ti, Madona, mi amante,
Un altar subterráneo en el fondo de mi angustia,
Y cavar en el rincón más negro de mi corazón,
Lejos del deseo mundanal y de la mirada burlona,
Un nicho de azur y de oro todo esmaltado,
Donde tú te erigirás, Estatua maravillosa.
Con mis Versos pulidos, enmallados por un puro metal
Sabiamente constelado de rimas de cristal,
Yo haré para tu cabeza una enorme Corona;
Y de mis Celos, oh Mortal Madona,
Yo sabré cortarte un Manto, de manera
Bárbara, tieso y pesado, y forrado de sospechas,
Que, como una garita, encerrará tus encantos;
No de Perlas bordado, ¡sino de todas mis Lágrimas!
Tu Ropa, será mi deseo, trémulo,
Ondulante, mi Deseo que sube y que desciende,
En las cimas meciéndose, en los valles reposando,
Y reviste con un beso todo tu cuerpo blanco y rosado.
Yo te haré de mi Respeto, hermosos Escarpines
De raso, para tus pies Divinos humillados,
Que, aprisionándolos en un muelle abrazo,
Cual un molde fiel conservarán la impronta.
Si yo no puedo, malgrado todo mi arte diligente,
Por Peana tallar una Pluma de plata,
Pondré la Serpiente que me muerde las entrañas
Bajo tus talones, a fin de que tú pises y te mofes,
Reina victoriosa y fecunda en redenciones,
Este monstruo hinchado de odio y de salivazos.
Tú verás mis Pensamientos, alineados como los Cirios
Ante el altar florido de la Reina de las Vírgenes,
Estrellando el cielorraso pintado de azul,
Mirándote siempre con ojos de fuego;
Y como todo en mí te quiere y te admira,
Todo se hará Benjuí, Incienso, Olíbano, Mirra,
Y sin cesar hacia ti, cumbre blanca y nevada,
En Vapores ascenderá mi Espíritu tempestuoso.
Finalmente, para completar tu papel de María,
Y para mezclar el amor con la barbarie,
¡Negra Voluptuosidad! de los siete Pecados capitales,
Verdugo lleno de remordimientos, yo haré siete Puñales
Bien afilados, y, como un juglar insensible,
Tomando lo más profundo de tu amor por blanco,
¡Yo los plantaré a todos en tu Corazón jadeante,
En tu Corazón sollozante, en tu Corazón sangrante!

LEE LAS FLORES DEL MAL COMPLETO: 


Mujeres condenadas- Delfina e Hipólita


Rebelde, apasionado, Baudelaire sufre al crear poesía, porque ha visto en su propia carne, la lucha perenne entre los dos principios: el Bien y el Mal, Dios y Satanás, Ormuz y Arimán. Téofilo Gautier escribe: 
"En Baudelaire siguen siempre a la falta, los remordimientos, las angustias, el hastío y l desesperación, de modo que el pecado se castiga a sí mismo, constituyendo el mayor de los suplicios".

Aquí el poema musicalizado por Damien Saez



No hay comentarios.:

Publicar un comentario